martes, 5 de enero de 2010

Año Nuevo

Decidí aguantar aquí, en Córdoba, hasta reyes y volverme el día 8 a Torróx. No, tampoco allí me espera nadie, pero allí todos están como yo, solos. Al menos me acompañará el mar, y gozaré de los amaneceres y las puestas de sol en el horizonte del mar. Acudiré a las terrazas del Paseo Marítimo en las horas de sol, llenas de alemanes, ya jubilados, como yo, solos o emparejados, pero sin familia. Me acercaré al acantilado del faro para ver, oir y sentir como las olas revientan contra las rocas provocando nubes de espuma que acarician mis mejillas. Cada ola me trae nuevas esperanzas, y se lleva mis fantasmas, lo que me permite regresar a casa puro, limpio y relajado.
El mundo no va bien, pero tampoco va mal. No se puede pedir más, cuando la gran mayoría solo quiere vivir, disfrutar, y gozar. Para nada les agrada que les conciencies de los muchos problemas que nos acucian, prefieren mantenerse en la ignorancia. Tal vez tengan razón. Tal vez estemos equivocados los pocos que intentamos, de forma estéril, racionalizarlo todo. Dejemos al mundo en su locura, en su insensatez, en su estupidez.

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