3 de Junio del año 2010.
SOBREVIVO.
No, no he desaparecido, ni he dejado de pensar, ni de escribir, aunque sí de publicar. Y vosotros, mis lectores, espero sabréis disculparme, pues todo ello es debido a mi estado de perplejidad ante la situación socio-político-económica y cultural que REINA en España. No me gusta nada como vamos, parece que se van imponiendo los principios de la vieja España. Las masas, como diría Ortega, (el pueblo), siguen ciegas, obcecadas, manipuladas, gozando de mitos, leyendas, folclore, romerías, deportes, aceptando injusticias, y negándose a utilizar la razón en su vida cotidiana. Somos la España de siempre, la de los toreros, la pandereta, la de los curas y las monjas, la de los caciques, banqueros y élites aristocráticas. Aquí nadie se ha enterado de que hace años, muchos años, el hombre despertó a la luz, a la razón, y los grandes genios del pensar, desmontaron, con el uso de la razón, el Castillo de Naipes que sostiene esta sociedad absurda y disparatada, en la que reina la mentira, la falsedad, la hipocresía, los tópicos, la injusticia, los privilegios, la explotación del hombre por el hombre, etc….
Hablar sobre la necesidad de desmontar este tinglado, incluso haciéndolo de forma lenta y pacífica, no está de moda, e incluso se considera de mal gusto.
Este pueblo no quiere pensar, solo quiere que le dejen como está. Sólo quiere repetir, una y mil veces, las vivencias que tuvieron sus ancestros, renunciando al verdadero progreso, que sólo puede venir de las auténticas reformas, de los cambios, de la toma de conciencia de todos y cada uno de sus ciudadanos. Una nación es la suma de sus ciudadanos, y para que la nación se realice, dignamente, debe de realizarse, primero, cada uno de ellos, y la suma de individuos
que sepan lo que son, y lo que pueden llegar a ser, marcará el camino a la nación.
No se trata de prohibir ni de perseguir a nadie sino de concienciar a los pueblos de que ya está bien de mitos y leyendas. No estamos en este mundo para divertirnos, aunque también, sino para ser conscientes, y responsables, de que formamos parte de un eslabón, que es la humanidad, y que cada generación no se puede conformar con entregar a la siguiente, lo que ha recibido, tal cual, sino que debe ir limando, puliendo, perfeccionando la sociedad y entregando la antorcha a sus descendientes, renovada y limpia.
La vida no debe de ser un drama, pero tampoco un circo. La vida de la humanidad, del hombre, está por realizar, y solo esforzándonos en perfeccionarla, día a día, merecerá ser vivida.
El hombre está por hacer, hagámoslo.
jueves, 3 de junio de 2010
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